Hacia dónde va la IA como la que alimenta a ChatGPT

Martin Acosta, Tech Mentor de la empresa de diseño de productos digitales Paisanos, nos acerca su mirada sobre el futuro cercano de la tecnología estrella de 2023.

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La inteligencia artificial (AI) es esa magia detrás de todo que permite que una aplicación nos diga cómo llegar a diferentes lugares, que una red social nos brinde la posibilidad de conectar con otras personas, automatizar acciones en sistemas informáticos o chatear con bots en páginas webs, entre muchas otras aplicaciones. Hace mucho que no es algo exclusivo del mundo de los ingenieros y desarrolladores.
Si bien el contenido y su programación se la dejamos a los expertos, en pocos ejemplos vemos  sobradas muestras de que esta herramienta está en todos lados y entre nosotros, cada vez con un protagonismo mayor y con presencia hasta en las cosas más simples de la vida.

Qué es la IA y cuántos tipos hay
Por definición, es un sistema capaz de analizar datos en grandes cantidades, identificar patrones y tendencias y, por lo tanto, formular predicciones de forma automática. Es un avance de la tecnología que viene desde hace más de medio siglo y con el
que interactuamos diariamente aunque no estemos al tanto. 
Actualmente, encontramos 4 categorías de inteligencia artificial. La primera es el aprendizaje automático, que se basa en la capacidad que un software o dispositivo tiene de aprender por su cuenta. 
La segunda, es el aprendizaje profundo, que engloba y procesa más datos e información al mismo tiempo que utiliza otro de los tipos de inteligencia artificial y está estrechamente ligado con el Big Data.
La tercera de las categorías, es la de redes neuronales que intentan imitar el comportamiento de las células. A partir de una red de neuronas artificiales, se crea un sistema por el que reciben y procesan datos.
La cuarta y última de las categorías, y en la que nos vamos a centrar en este apartado es el sistema experto. El mismo funciona a partir de una lógica racional que intenta imitar a un humano con dominio de una materia concreta. Este tipo de IA la podemos encontrar, por ejemplo, en los chats automáticos que muchos servicios de atención al cliente ya tienen implantados. Se usan en muchos ámbitos destinados al cliente.

Por qué el furor por ChatGPT
El ChatGPT es un bot (básicamente un robot) de AI generativa creado por OpenAI, que utiliza la tecnología GPT (Generative Pre-trained Transformer), para realizar conversaciones más naturales, a través de una red neuronal profunda llamada Transformer. Además, es implementado en una amplia variedad de aplicaciones, incluyendo asistencia virtual, atención al cliente y creación de contenido automatizado.
Su capacidad es infinita y funciona con una arquitectura de red neuronal profunda de muchas capas que es entrenada con enormes volúmenes de textos, libros y páginas disponibles en la web. Lo más parecido a lo que hacemos: estudiar desde que vamos al colegio, pero en este caso con un altísimo nivel de procesamiento de la  información.
Si bien inicialmente fue difundida la versión gratuita, OpenIA decidió brindar una solución más avanzada y monetizarla. 
A diferencia de lo que conocemos con Google, el Chat ordena las respuestas en una sola a partir de todo el aprendizaje que los desarrolladores le ofrecen. Como siempre, cuanto mejor preguntemos y usemos las palabras más claras, mejor será la respuesta. 

Hacia dónde vamos
Aunque hoy podemos afirmar que la IA está presente en las aplicaciones, en el cine, en la salud y hasta incursionando en la educación, surgen dos debates. El primer interrogante al que nos enfrentamos, como ha sucedido siempre ante cualquier avance tecnológico, es si la IA reemplazará la intervención humana. Pero no tengamos miedo: la intervención humana es siempre fundamental, solo dejémosle darnos respuesta con alto nivel de procesamiento.
Debemos entender la tecnología como una herramienta complementaria al trabajo del ser humano. Por ejemplo: la IA podrá analizar miles de radiografías, pero jamás podrá superar el profesionalismo médico capaz de interpretarlas y de dar un diagnóstico certero para cada caso particular. Menos aún, comunicárselo al paciente con empatía.
Por otro lado, se abre la pregunta sobre el aspecto legal y cuáles son sus alcances. Sin duda, todavía hay un vacío en esta materia donde será imperioso empezar a trabajar para delimitar sus funciones.

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