Por sus aportes a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero derivadas del cultivo de caña de azúcar, el científico brasileño Heitor Cantarella recibió el premio mundial IFA Norman Borlaug (13 octubre), que anualmente distingue a un investigador cuyo trabajo se haya destacado en el área del uso de fertilizantes.
Esta planta, aunque se utiliza para producir bioetanol —y así reducir la quema de combustibles fósiles— libera óxido nitroso, que causa un efecto invernadero casi 300 veces mayor que el causado por una molécula de dióxido de carbono.
Para reducir la liberación de óxido nitroso, los fertilizantes utilizados en la labranza desempeñan un papel significativo. Por eso, el científico creó un método que, durante el cultivo de caña, incluye el uso de inhibidores que impiden la transformación de la urea —fertilizante más utilizado en la agricultura brasileña— en gas carbónico, e inhibidores de nitrificación, que bloquean la transformación de amoníaco en nitrato.
Brasil es el mayor productor de caña de azúcar del mundo y principal exportador de etanol, el biocombustible que abastece a 40% de los vehículos del país.
Pero “si no controlamos las emisiones asociadas a la producción del etanol, podremos perder los beneficios en la sustitución de los combustibles fósiles. El papel del uso de insumos es importante para adoptar prácticas mitigadoras”, afirmó Cantarella, director del Centro de Investigación y Desarrollo de Suelos y Recursos Ambientales del Instituto Agronómico de Campinas.
Como signatario del Acuerdo de París, Brasil tiene entre sus desafíos reducir las emisiones en 43% para 2030. Y hacer que el cultivo de caña de azúcar sea sostenible puede contribuir a ello.
Para cumplir con los compromisos internacionales, el gobierno brasileño discute actualmente el Renovabio, política de regulación de biocombustibles que establece metas de reducción de las emisiones.
“La racionalización del uso de fertilizantes encamina la producción de la caña, y en consecuencia el etanol, hacia un commodity más sostenible, con valor para la sustitución del combustible fósil”, afirma el físico Newton La Scala Junior, de la Universidad Estadual Paulista.
Pero además del uso racional de fertilizantes, en el cultivo de caña persisten problemas como la quema de los residuos de paja en la cosecha, que es responsables de la emisión de CO2 y problemas respiratorios debido al humo y el hollín.
Las alternativas para el uso de este residuo están en estudio para producir energía. Sin embargo, LaScala y otros investigadores también han investigado beneficios de dejarlo sobre el suelo, como la disminución de la erosión y su utilidad como nutriente.