El pasado lunes, el bar Tertulia abrió sus puertas en Virgen de La Merced al 400 e instaló la polémica. Es que en esa misma dirección, hace poco más de dos meses, funcionaba el bar El Árbol de Galeano, el emblemático espacio cultural que cerró sus puertas debido a que la crisis financiera impactó en la economía del lugar, según sus dueños.
Ante esto, ex empleados del lugar denunciaron públicamente a sus dueños aduciendo que los dueños continúan siendo los mismos que el ex bar y que los usaron manteniéndolos trabajando bajo malas condiciones y despidiéndolos justificándose por la crisis económica que atraviesa el país.
“No exageramos. No mentimos.
Había trabajo, sí. Había. ¿Pero en qué condiciones? Lxs dueñxs que se llenaban la boca en los medios hablando de su compromiso social, o que decían hacer su humilde aporte para una sociedad un poquito más justa son lxs mismxs que te reventaban llenándote de mesas nuevas para que las atiendas hasta NO DAR MÁS. Hasta marearte, hasta mirarte con tu compa y decir "no doy más, es una locura trabajar así" pero era el laburo y había que cuidarlo... y lo mismo obviamente pasaba en la cocina.
Lxs mismxs dueños que lloraron xq no tenían dinero para pagar la luz convirtieron la "chozita" y se abrieron una nueva sala. Y remodelaron el árbol y le cambiaron el nombre y te dicen: nuevosdueños... ¡vamos! ¡Qué caradurez!
Lxs ex dueñxs tenían a sus empleadxs bajo la regla de la hostilidad.
Que no te engañen.
Y si aún les crees permitite el beneficio de la duda.
De verdad fue la crisis?
Por qué, si tan preocupados estaban por generar un cambio social, ¿tenían a sus empleadxs en esas condiciones?
No mentimos.
No exageramos.”
Redacta la publicación realizada por la cuenta de Facebook “Voces Degaleano” manejada por ex empleados del lugar. Además en otro comunicado detallaron bien su situación laboral actual y desligan a los empleados de otros bares perteneciente a la firma.
El martes 31 de julio fue el último día de “El Árbol de Galeano”, el aumento de los costos de funcionamiento y la caída del consumo fueron una combinación letal, pero la gota que rebalsó el vaso fue la última factura del servicio de energía eléctrica, que llegó con un valor de $60.000. “Los costos fijos se multiplicaron, las boletas de servicios son impagables” había confesado su dueño.
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