Por más de un siglo el consumo de combustibles fósiles a bajo precio ha contribuido al crecimiento económico y ha ayudado a numerosos países alcanzar un rápido desarrollo, sin embargo, esta era está llegando a su fin. Nuestra sociedad se enfrenta a dos complejas, inmediatas e interdependientes crisis.
La primera es una crisis de fuentes de abastecimiento que incluye el riesgo de una crisis energética. Los combustibles fósiles y sus derivados, están presentando señales de agotamiento y se estima que a mediano plazo ya no será posible cubrir la demanda mundial. Las empresas petroleras han reducido sus presupuestos de exploración en más de la mitad y pueden correr el riesgo de no encontrar nuevos suministros de petróleo suficientes. Así es que, según la consultora Wood Mackenzie los precios bajos del petróleo no durarán por mucho tiempo, ya que sólo los precios altos pueden incentivar la vuelta a la exploración.
La segunda crisis está referida al cambio climático global. Desde fines del siglo XIX, la temperatura media de la superficie terrestre ha aumentado más de 0,6ºC. Este aumento está vinculado al proceso de industrialización y, en particular, a la combustión de cantidades cada vez mayores de petróleo y carbón, la deforestación y algunos métodos de explotación agrícola, según lo publicado por el Ministerios de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Argentina.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) indicó que el período 2011-2015 y el año 2015 fueron los más cálidos de la historia. Ante esto, el mundo debe de manera urgente, tomar medidas para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), entre los que se encuentran el dióxido de carbono (CO2), el óxido nitroso (N2O) y el metano (CH4), con el fin de disminuir el riesgo de dramáticas transformaciones del clima y los ecosistemas del planeta.
Es por estas dos razones, el equipo de investigación de la facultad de ingeniería industrial de la UNSTA, integrado por docentes-investigadores y alumnos de los últimos años de la carrera, desarrollaron un nuevo concepto de transporte público ecológico para la cuidad de Yerba Buena, Tucumán, lugar donde se encuentra la facultad. El trabajo fue realizado por las alumnas Micaela Albornoz Iramain, Isabel Terán Bulacio y María Florencia García Contreras, las cuales trabajaron en conjunto con los docentes-investigadores: Ing. Qca. Gimena Zamora Rueda, Ing. Méc. Horacio Méndez y el Ing. Ind. Enrique Feijóo.
Para este estudio se realizó un análisis de la situación y la problemática del transporte público en el municipio de Yerba Buena. A partir del cual, se planteó como alternativa al uso de combustibles de origen fósil, la implementación de una línea de autobuses que use como combustible bioetanol de caña de azúcar producido en la provincia de Tucumán.
Se realizaron diversas investigaciones referidas al uso de bioetanol como combustible en vehículos, dando como resultado que la tecnología Flex-Fuel- la cual, están diseñados para funcionar con combustible de origen renovable puro y mezcla de combustible de origen renovable con uno no renovable- era la más apropiada para este proyecto.
Se analizó la viabilidad técnico económica de la implementación de esta línea, las cuales a través de esta nueva tecnología pueden utilizar como combustible alcohol de caña de azúcar en un 95%, quedando estudiado esta investigación sus principales características energéticas, emisiones, y sus ventajas que presenta frente a los combustibles fósiles. Además, se realizó un estudio de recorridos estratégicos para la cobertura del Eco- Bondi.
Asimismo, se realizó un estudio del mercado de transporte desde el punto público en la región, analizando la oferta existente, las condiciones del servicio, el precio del boleto, la demanda actual y proyectada de pasajeros.
Por último, se evaluó el impacto que tiene la implementación del proyecto sobre diferentes factores ambientales y socioculturales de la región.
En base a las investigaciones técnicas realizadas, se pudo afirmar que la implementación de una línea de autobuses para la localidad de Yerba Buena, que use bioetanol de caña de azúcar como combustible es viable tanto técnica como económicamente.
Desde la perspectiva técnica, el bioetanol presenta características óptimas para ser empleado como combustible en el transporte público, ya que exhibe la mejor relación entre costo y eficiencia para el uso urbano. Luego, bajo el marco de la Ley provincial N° 8.815 resulta factible su implementación en Tucumán. Esto, sumado a la gran y creciente producción de alcohol de la industria azucarera local, asegura la operativa diaria de los autobuses. Así mismo, las compañías automotrices comenzaron a desarrollar nuevos modelos más eficientes y menos contaminantes que posibilitan el uso de combustibles alternativos, como es el caso de Scania y su motor ED95, contemplado para este estudio.
Así mismo, la agenda ambiental impone como urgencia promover este tipo de estrategias de movilidad, sustentables y colectivas, ante un mundo que hoy supera los 1.000 millones de vehículos, responsables del 25% de los gases de efecto invernadero, causantes de calentamiento global. Sustituir el consumo de combustibles fósiles, fuente de energía no renovable, por nuevas formas de energía renovables es el único camino para un verdadero desarrollo.