El creador de las monumentales “Luchonas de barro”, el artista tucumano Gabriel Chaile preparó las piezas que presentará en la Bienal que, en esta edición, se inspira en el surrealismo de la británica Leonora Carrington, a través del lema “La leche de los sueños”.
Las esculturas de gran porte miden entre seis y tres metros y pesan más de 300 kilos, y fueron realizadas en arcilla sin cocer, comisionadas especialmente por pedido de Cecilia Alemani, curadora de la Bienal. Se destacan en la muestra central del Arsenale, en un espacio monumental llamado Corderie.
Cabe destacar que las obras se titulan con los nombres y apellidos de sus familiares: su abuela materna, Rosario Liendro (la escultura más grande); su madre, Irene Rosario Durán; su padre José Pascual Chaile; su abuela paterna, afrodescendiente, Sebastiana Martínez; y su abuelo paterno Pedro Chaile. “Cada pieza es una persona que existe y es mi familiar. Es mi genealogía familiar”, explicó el artista.
Por su parte, el empresario Eduardo Costantini, fundador y presidente honorario del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), adquirió para su colección personal las cinco piezas del tucumano por una cifra de “seis dígitos en dólares”, según informó Infobae.
“Es muy importante el conjunto de las piezas en forma individual, pero el conjunto en sí enfatiza aún más su identidad al describir a su familia, sus raíces. Me impresionó el tamaño de la obra, la volumetría, y la calidad resolutiva al igual que el significado comunitario e identitario”, enfatizó Costantini.
Asimismo, el empresario afirmó que las obras de gran tamaño “conforman un conjunto de hornos de barro donde hay fuego y el fuego atrae a la gente y también, la comida. Entonces, la gente se junta al lado del fuego y de la comida; o sea, es una obra comunitaria que reivindica la cultura, la identidad de los pueblos originarios y es una mirada que claramente cruza toda la Bienal. Ahora los museos, etcétera, se están volcando a esa reivindicación, hay como una relectura de la resultante cultural cuando antes tenías todo centrado en Europa, en occidente. Ahora es un momento de reivindicación de las culturas nativas”, indicó.
A su vez, Costantini comentó a Infobae que “venía siguiendo” la obra de Chaile y que “institucionalmente con el Malba” estaban en conversaciones para realizar una exhibición, pero debido a la agenda del artista no era posible. “Él tuvo tanto trabajo últimamente que no se pudo, estábamos en eso y justo en esta visita a la Bienal apareció este grupo de obras, un poco inesperadamente y, por suerte, él decidió la venta completa de las cinco obras”.
Por otro lado, si bien aún no se pudo organizar una muestra del creador tucumano en el espacio porteño, las obras sí serán presentadas “una vez que finalice la Bienal, alrededor de marzo del año que viene”. “Todavía no hay una fecha, pero va a ser el año que viene porque la Bienal está prácticamente hasta fines de noviembre”, indicó el empresario, y agregó que “todo el conjunto escultórico se expondrá en un lugar público de Argentina, que aún no está definido”.
“Es una alegría enorme concretar esta adquisición y apoyar el arte argentino a través de la obra de Gabriel Chaile, artista con gran proyección internacional, que reivindica la cultura y la tradición indígena de nuestro país y de América Latina. También destaco la oportunidad de preservar unido el conjunto de las cinco obras que Chaile concibió especialmente para esta Bienal como un retrato familiar, en el que están representados sus abuelos y sus padres. Un homenaje a su propia historia personal y una reivindicación a la cultura popular en la que se formó en su Tucumán natal”, explicó Costantini a través de un comunicado desde Venecia.
El creador de las monumentales Luchonas de barro preparó las piezas que presentará en la Bienal que, en esta edición se inspira en el surrealismo de la británica Leonora Carrington, a través del lema La leche de los sueños.
Proveniente de una familia obrera, el tucumano Gabriel Chaile descubrió el arte cuando en vez de ir al jardín se dedicó (con permiso de su madre) a dibujar en su casa. Cuando estaba por cumplir 10 años en Buenos Aires viajó a Lisboa por una residencia, había llegado en 2009 para cursar en el Di Tella y en 2017 había arrancado ese ascenso que lo llevó en 2019 al Miami Art Basel, donde su serie Aguas calientes, consistente en ollas populares intervenidas y una intervención de mate cocido calentado en un ladrillo con resistencia eléctrica, fue cuestión de horas para lograr venderlas.
Durante el 2020, como consecuencia de la pandemia hizo que permaneciera en Lisboa y empezó un movimiento que lo llevó a la galería Heni Artists Agency, de Londres, y a estrenar sede neoyorquina de la porteña galería Barro con su muestra “Me hablan de oscuridad pero yo estoy encandilado”.
El exitoso artista tucumano también participó de una exposición en Berlín con un gran instrumento a cuerda y cerró la residencia con la muestra Pies de barro.
En 2021 logró llegar a la galería Serpentine y a la feria Frieze, en Londres, y en octubre participó de la Trienal del New Museum, de Nueva York.