Made in Tucumán: llegó el primer drone fabricado con caña de bambú tucumana

El proyecto surgió desde los investigadores del laboratorio de Inteligencia Artificial de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología (FACET) de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) dada la dificultad que tenían para importar ciertos componentes estructurales de los drones con los que trabajaban. La caña de bambú al ser abundante en la zona del noroeste argentino, fue el material elegido para buscar formas de utilizarla para construir un drone, de los que ya tienen varios prototipos.

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Dada las características que tiene el bambú, puede ser un reemplazo ideal de las estructuras de fibra de carbono y plástico que suelen ser utilizadas en la fabricación de drones.

El equipo liderado por Gustavo Juárez, director del Laboratorio de Inteligencia Artificial de la FACET y responsable del proyecto, se especializa en el desarrollo de algoritmos que son programados en la placa controladora de vuelo de los drones. Pero también allí se construyen prototipos con diferentes tamaños y modos de construcción. El más grande, de unos dos kilos de peso sin la electrónica, se hizo uniendo cañas de bambú en forma transversal y uniendo las partes con cola plástica.

En otros, se unieron varias cañas formando un cuadro similar a una escalera con tornillos. El tercer prototipo -el más resistente y con un peso menor a medio kilo- tiene forma de cruz y las cañas tienen una media caladura en el medio, lo que permite que estén sostenidas por el mismo tornillo al que está fijado la electrónica. "Estamos usando las maderas completas, solamente cortadas en los extremos y respetando los nudos, porque los nudos son las partes que más fuerza le dan a la estructura", explica Juárez.

Uno de los tantos proyectos para los que se utilizan estos drones es para dar asistencia a comunidades indígenas que crían ganado libre en el campo. Muchas veces los animales se pierden y el uso de drones con cámaras térmicas ayuda a encontrarlos. Además, estas comunidades trabajan con la Fundación Miguel Lillo en un proyecto de seguimiento y trazabilidad de vicuñas, a las que se les colocaría identificadores que permitirían ubicarlas a través del uso de drones y así conocer sus patrones de actividad.

Juárez explicó: "Hemos hecho una estimación de que el uso de drones podría mejorar el rinde de los agricultores entre un 5 y un 7% con tres a cuatro vuelos en la etapa de crecimiento de la planta. Si hacemos la estimación de que el costo estimativo de esos vuelos sería de 2% de la producción, daría una diferencia de un 5% de mejora en su rentabilidad". El objetivo es que la Universidad pueda asesorar a los productores que usen estos sistemas.

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