Cuando decimos que Tucumán tiene ADN emprendedor por excelencia, no nos equivocamos. Que la provincia sea el polo productivo del NOA tiene su explicación en el espíritu innovador y de atrevimiento a los nuevos negocios. El caso de Juliana Herrera Dappe ejemplifica este hecho a la perfección. Esta tucumana de familia pastelera decidió plantar bandera en Buenos Aires a fines del 2015 y hoy, a poco más de 4 años, creció descomunalmente al punto de facturar 10 veces más que la inversión realizada al comienzo.
Sucede que esta tucumana chef hoy es dueña de Mada Pattiserie, una pastelería de lujo que llegó al corazón del barrio porteño de Belgrano. Antes, trabajó en otros restaurantes y hoteles, como el Sofitel Arroyo y el restó de la Sociedad de Arquitectos. Sin embargo, la tradición pesó más y los genes emprendedores de su bisabuela francesa que fue la que inició el mundo de la pastelería pesaron más sobre Herrera Dappe.
"En Mada busqué ofrecer productos distintos, además de los clásicos que no pueden faltar. Por eso contamos con alrededor de 25 tipos de tortas que vienen tanto en formato grande como en su versión individual o mini cake" cuenta orgullosa Juliana, que pensó para su negocio en una modalidad que es típica en París y no tan común en la Argentina, la de las patisseries take away, en la que los clientes pueden desde comprar unos macarons o una torta para una cena o un cumpleaños, hasta contratar una mesa dulce para un evento especial.
Pero el espíritu emprendedor, su pasión por la pastelería y su especialidad como chef no fue todo lo que completó su inicio en el emprendedurismo. Juliana también sumó a su currículum la carrera de Administración de Empresas de la Universidad del CEMA, ya con la idea de la apertura del nuevo local.
"El proyecto lo fui construyendo con el tiempo. Primero analicé la posibilidad de abrir un local, viendo zonas posibles dónde ubicarme. Después definí bien el negocio y los productos que iba ofrecer, que fue lo más fácil porque ya lo venía trabajando a puertas cerradas. También pensé el nombre y a partir de ahí construí la marca, con todo lo que eso implica, desde el significado hasta el cumplimiento de todas las reglas del marketing, incluyendo el logo, la imagen y el packaging”, agregó.
Para Herrera Dappe lo importante es "administrar bien, no perder el foco, tener un buen equipo y saber delegar", algo que fue aprendiendo con el tiempo y que sumó al empuje que la caracteriza, el mismo que en el año 2002 la impulsó a viajar a Buenos Aires para arrancar sus estudios de gastronomía en IAG y que la ayudó a comenzar su camino emprendedor, una idea que siempre estuvo presente en su vida, cuando ya de chiquita soñaba con tener "una casa de té".
Finalmente, cabe destacar los números que maneja en su negocio esta emprendedora tucumana. En el 2015, Juliana decidió invertir $600 mil en la apertura de su local. Tras el balance de cierre de año y comienzo del 2020, se estima que la facturación anual aproximada es de $ 8.000.000. Tiene 3 empleados, además de un community manager, una fotógrafa y un contador que trabajan para ella. Los precios de sus productos son: $ 960 la docena de macarons, $ 1.850 las tortas grandes y, entre $ 260 y $ 330, las mini cakes.