Hace muy poco, te contábamos que son escasas las empresas que logran reinventarse y expandir su negocio en época de crisis. Sin embargo, en una provincia cargada de emprendedores y éxitos locales, una firma se destaca entre las demás en su rubro y, tras irrumpir hace prácticamente una década atrás, hoy ya está consolidada como una de las empresas líderes del sector.
Se trata de la compañía Quinta El Pacará, la cadena de salones de fiestas que actualmente es el emblema de todo tipo de festejos y reuniones. El negocio es llevado adelante por los hermanos Ávila, quienes iniciaron con este emprendimiento siendo demasiado jóvenes y hoy, de a poco, están involucrando a sus hijos en el día a día de la empresa.
“Arrancamos con Quinta El Pacará en 2010. Para ese entonces yo trabajaba en otra cosa y de pronto surgió la posibilidad de hacer algo. Mi papá disponía de una quinta en donde tenía una casa y un quincho. Fue ahí entonces cuando comenzamos a ver cómo podíamos autofinanciarnos para poder comenzar a hacer un salón de fiesta. Más tarde, a ese quincho lo convertimos en salón como parte de la estética y así nos largamos, de a poco”, expresa Jorge Ávila, el gerente general de la compañía.
Luego de contarnos sobre el inicio de la empresa, quien forma parte de la titularidad de la marca explica que al día hoy cuentan con cuatro locales. Detalla que cada sucursal pertenece a cada uno de los hermanos y cuentan con la particularidad de estar ubicados en terrenos de su propiedad, por lo que no pagan alquiler para los mismos. “Esta es una situación que nos permite solventarnos y afrontar un poco mejor parados a esta crisis”, afirma Jorge.
“Cada uno empezó a darle su impronta a los salones y hacerlos crecer a su manera en un trabajo que antes era realizado por una sola persona. Con mis hermanos somos socios comerciales, mantenemos el mismo nombre y vamos hacia el mismo lugar, que es el del crecimiento de la empresa. Entre nosotros trabajamos mucho en conjunto”, añade el CEO de la firma.
Ávila insiste en remarcar que la compañía inició desde abajo y sin ningún tipo de ayuda económica que no venga de sus propios sacrificios. Luego, se sincera y advierte: “El desafío de toda empresa familiar es poder separar la emocionalidad del negocio. Nosotros nos llevamos bien, con el tiempo supimos amalgamarnos y trabajar en conjunto y saber respetarnos”.
Así, aclara que a este complejo panorama económico lo afrontan en familia. “Nosotros no vamos a permitir que el otro se caiga. Hay épocas que cuestan un poco más, pero entre nosotros nos damos una mano”, afirma. En este sentido, la innovación y la renovación constante forma parte de la reinvención que experimenta constantemente la empresa para no quedarse en el camino.
“Una forma de salir y ser perdurable en el tiempo es ir mutando, reinventarse. Así surge, por ejemplo, lanzar el interempresas. Además de eso, nosotros queremos perforar otro nicho de negocio y se amplíe a los que tradicionalmente ofrecemos, que son las bodas y los 15 años. Sentimos que tenemos la capacidad para realizar eventos todos los días, y queremos experimentarlo”, afirma el titular, adelantando que el negocio no se detiene.
Por último, el empresario admite que una vez alcanzado un punto alto en el rubro, como les sucedió a ello, comienza el verdadero desafío. “Nosotros llegamos a un nivel fácil de mantenerse, la gente cuando piensa en una boda piensa en Pacará. Pero como te decía, es importante seguir desarrollándote como empresa y es ahí cuando comenzamos a trabajar sobre la responsabilidad social y empresarial. Realizamos capacitaciones al personal sobre primeros auxilios, manipulación de alimentos, además tenemos convenio con la organización Si a la Vida para juntar tapitas para el Hospital Garrahan, entre otras actividades”, cierra Ávila, quien se despide asegurando que el crecimiento no se detiene.