Si bien esta medida puede reducir precios a corto plazo al aumentar la competencia, se implementa en un contexto de escasez de dólares y apreciación del tipo de cambio, lo que podría generar una devaluación y más inflación.
Casos como Chile y México muestran que la apertura funciona si hay estabilidad cambiaria, pero experiencias como la de Argentina en los 90 o Turquía advierten sobre el riesgo de desequilibrios sin reservas suficientes.
En conclusión, la apertura comercial puede ser un alivio temporal, pero sin un plan integral, puede agravar los problemas económicos en el mediano plazo.