La crisis del mercado del cuero le costó 1.000 puestos de trabajo a Tucumán y amenaza a otros 2.000

El calzado local y las manufacturas de cuero son valorados por su calidad y diseño; no obstante, son épocas de vacas flacas para la cadena de valor.

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A principios de año, la suspensión de 1.000 trabajadores de una planta de zapatillas caía como un balde de agua fría en la provincia. Pero, aparentemente, no será la última mala noticia para quienes trabajan en el mercado del cuero.

En Tucumán hay dos plantas dedicadas a la fabricación de productos de cuero, además de una docena de Pymes y emprendedores que trabajan este producto, todos miran con preocupación la caída del mercado.

Con ventas que cayeron en los comercios 30% interanual promedio en lo que va de 2017, bajó la producción en momentos en que crece la oferta de bienes finales importados.

El Gobierno sabe que la cadena de valor del cuero necesita medidas de protección e incentivos (rigen planes Ahora 3 y 6), y por eso incluyó al calzado junto a textiles en el acuerdo sectorial que firmó con empresarios y gremios a principios de abril, aunque los marroquineros fueron excluidos de la mesa.

En el Ministerio de Producción aseguran que “con estos sectores va a ser difícil avanzar en un acuerdo sectorial”, todos piden insumos más baratos pero a veces una medida beneficia a un segmento y perjudica a otro. Además, dicen, hace falta una reconversión tecnológica y adaptarse a una demanda cambiante.

Para marroquineros y fabricantes de calzado la clave pasa por impulsar las ventas en el mercado doméstico, pero mucho más por la innovación, el diseño y la calidad. Los productos sintéticos están desplazando en parte al cuero y hay fuerte pulseada con el importado. Competir por precios es imposible con bienes del sudeste asiático (China, Vietnam, Birmania), la India, Pakistán y Brasil.

Hugo Álvarez, presidente ejecutivo de CAIPIC, la cámara que agrupa a proveedores de estas industrias, señala que “la principal fortaleza de la industria local es aportar diseño creativo y moda”. En agosto CAIPIC participará de una feria en Perú. Buscan abrir nuevos mercados aunque saben que “estamos carísimos, no somos competitivos” por los costos, la presión tributaria, las cargas sociales e incluso la litigiosidad laboral, agrega.

La punta del ovillo, que es Alberto Sellaro, presidente de la Cámara de la Industria del Calzado (CIC), afirma que “más allá de los productos importados, el problema es el mercado interno”. En 2015 la industria local fabricó 125 millones de pares, que cayeron a 111 millones el año pasado. En 2015 se importaron 21 millones de pares y 27,4 millones en 2016. “Me temo que este año ingresarán más de 32 millones de pares importados y nosotros llegaremos a fabricar 100/105 millones por la caída del consumo”, pronostica Sellaro.

El empresario recuerda que “ya hay cuatro o cinco firmas en convocatoria”. A principios de año Puma cerró su planta de La Rioja y Alpargatas la de San Luis (también achicó su fábrica de Florencio Varela y suspendió 1.100 empleados en la planta de Aguilar, Tucumán).

Ariel Aguilar, titular de la Cámara Industrial de las Manufacturas de Cuero y Afines (CIMA), cree que “el Gobierno tiene que reactivar el consumo interno” porque en los sectores mano de obra intensivos “no vemos brotes verdes”. Aguilar sostiene que mientras hay licencias no automáticas (LNA) para las manufacturas de material sintético, “hace un año que pedimos LNA para productos de cuero”.

En los primeros cinco meses del año, las importaciones de marroquinería crecieron 42% en cantidades, gran parte de material sintético. Pero en bienes de cuero, aun con 35% de arancel, la importación aumentó 148% en cantidades. Se estima que desde enero de 2016 cerraron unas 50 pymes, 10% del total, y se perdieron más de 1.000 empleos.

A la industria curtidora, el primer eslabón de la cadena, la afectó en los últimos años la drástica reducción del rodeo vacuno. Menos animales faenados son menos cueros para la industria, en un sector cuyo negocio más rentable es la exportación de cueros terminados y semiterminados. Hasta 2014 se exportaban más de US$1.000 millones anuales, pero eso ya es pasado. Según el Indec, en 2016 las exportaciones totalizaron US$734 millones (-13% interanual).

“Este año va a ser de caída o eventualmente igual que 2016”, asegura Eduardo Wydler, presidente de CICA, la cámara del curtido, y agrega que la “menor demanda internacional es el principal problema del sector”. Pese a la importante capacidad ociosa, afirma que las curtiembres están invirtiendo en productos diferenciados de alta calidad, e incluso en transformar residuos en compost o fertilizantes.

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