Los obreros golondrinas, son una parte histórica del paisaje tucumano y de gran parte del sector productivo norteño. Los peladores de caña, eran en su mayoría trabajadores vernáculos, pero la masa laboral se completaba con santiagueños y chaqueños. Viajaban en tren o carretas, muchas veces, junto a sus familias.
Todo eso fue cambiando con el correr de los tiempos, la industria cañera no es la que más requiere personal, ahora el citrus y la frutilla son los más necesitan la labor de los trabajadores golondrinas. Además, la desaparición del tren de pasajeros hizo que los sistemas de traslados se modifiquen.
Hasta no hace mucho tiempo, los encargados de los campos contrataban a las cuadrillas de trabajadores que se encargaban, por sus propios medios, de llegar a los campos donde eran requeridos. Habitualmente, era una persona la que contrataba a los trabajadores y los ofrecía a los distintos productores agropecuarios, luego cargaba en el precio del servicio el costo del traslado. Eso cambió hace no mucho tiempo, cuando el estado decidió hacerse cargo, de los viajes de los empleados temporales.
El problema es que la provincia gasta 6 millones de pesos que no benefician a los más necesitados, sino a los empresarios y productores agropecuarios que ahora se ahorran el traslado de los trabajadores golondrinas y de esa manera maximizan sus ganancias, es decir que la provincia de Tucumán, le paga al más rico que no siempre le asegura al más pobre las condiciones ideales de trabajo, tal como se vio en decenas de inspecciones donde empleados temporales fueron encontrados en condiciones, prácticamente, de esclavitud.
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