Orgullo tucumano: talento formado en la UNT impulsa innovación agrícola desde Lules hasta Australia

Con formación en la UNT, Juan y Facundo Fernández protagonizan una historia que conecta ciencia, tecnología y producción: un modelo tucumano que reduce costos, mejora rendimientos y exporta conocimiento al mundo, desde los cultivos ecológicos de Lules hasta la hidroponia de alta precisión en Australia.

Hay historias que nacen en silencio, en los surcos del campo, en las caminatas entre plantas de tomate o en las charlas de sobremesa sobre cómo salvar un cultivo. Historias donde la vocación se hereda sin imponerse y donde la ciencia se convierte en un puente entre generaciones. La de Juan Fernández, docente e investigador de la Facultad de Agronomía y Zootecnia de la UNT, y la de su hijo Facundo, joven Ingeniero Agrónomo graduado de la misma casa, es una de ellas.

Hace un año y medio, Facundo Fernández se fue a vivir a Queensland, al noreste de Australia. Hoy está encargado del manejo completo de una finca dedicada a la producción de higos bajo sistema hidropónico. “La ciudad se llama Bundaberg y el clima es muy parecido al de Tucumán”, cuenta. “Trabajo como manager del cultivo: producción, manejo de plantas y coordinación del personal”. La hidroponia que utiliza dista de la que se ve comúnmente en Argentina. “Acá se produce en macetas con fibra de coco y riego por goteo. El control es exacto: se aplican solo los nutrientes necesarios”, explica.

La tecnología es central: un software que regula automáticamente el invernadero, calefacción interna y autoelevadores que permiten cosechar higos de plantas que llegan a medir siete metros. “Implementarlo en Argentina sería posible, pero la inversión inicial es muy alta”, admite. Sobre su paso por la UNT, Facundo no duda: “La formación que recibí en la Universidad de Tucumán es excelente. Me sirvió para trabajar allá sin problemas. Lo único desafiante fue el inglés australiano”, dice entre risas.

El padre que revolucionó el cultivo de tomate en Lules

Mientras Facundo aplica tecnología avanzada en Australia, su padre Juan Fernández, impulsa prácticas más ecológicas y eficientes en Tucumán. Desde la zona frutihortícola de Lules, desarrolló una metodología de trabajo que redujo de 35 o 40 aplicaciones de agroquímicos en tomates a una sola o ninguna durante la campaña. Lo consiguió con trampas de feromonas. Las feromonas son sustancias químicas que los organismos secretan para comunicarse con otros individuos de la misma especie, provocando una reacción específica en su comportamiento o fisiología. En este caso lo produce la hembra de la plaga que ataca el tomate y sirve para atraer al macho de su especie. Esa feromona se sintetiza y se coloca en un recipiente con agua y aceite. El macho cae ahí y muere”, explica. Cada macho que se captura equivale a 200 huevos menos y, por lo tanto, a una drástica reducción de la plaga conocida como tuta absoluta, o polilla del tomate.

“Estamos logrando un tomate ecológico, prácticamente sin residuos tóxicos”, destaca. Agrega que también en los Valles tucumanos buscan volver más sustentables los cultivos de papa semilla y soja para que estén libres de sustancias tóxicas. Juan, junto a su equipo, aplicó bacterias benéficas para controlar nematodos en papa semilla con una efectividad, según comenta, similar o superior al que se consigue con un insecticida convencional. “Las bacterias penetran la planta, llegan a todos sus órganos y controlan la larva del picudo, consiguiendo lo que ningún otro producto puede alcanzar”, cuenta. Los mismos microorganismos permitieron reducir poblaciones de picudos, de chinches y de orugas en soja.

El hilo que los une: ciencia y amor a la universidad

Aunque hoy estén en puntos opuestos del mapa, Juan y Facundo comparten un mismo eje: la ciencia aplicada como herramienta real para mejorar la producción de alimentos. Lo que los une también es la UNT, donde uno enseña desde hace décadas y donde el otro se formó para hoy liderar un invernadero de alta tecnología del otro lado del mundo. Para Facundo, su formación en la UNT le permitió acceder al puesto que ostenta y que le permite innovar en cultivos de hidroponia. Para Juan, la Universidad de Tucumán es el semillero desde donde se puede pensar en cultivos diferentes, que sean más sustentables, más amigables con el suelo y más saludables para el consumidor. Por eso, la ciencia tucumana no solo crece en las aulas y en los campos experimentales, sino también en las familias que la abrazan como forma de vida.

Fuente: Medios UNT – Universidad Nacional de Tucumán

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