A diferencia de las grandes corporaciones, donde los balances y los rankings definen el éxito, en las empresas familiares el verdadero triunfo incluye algo más: lograr que la familia siga unida; que el legado se sostenga; que las nuevas generaciones quieran involucrarse; y que el propósito compartido no se diluya con el tiempo.
Por eso, en las empresas familiares, celebrar no es un lujo. Es una forma estratégica —y profundamente humana— de reafirmar la identidad, agradecer el camino recorrido, y proyectarse hacia el futuro.
¿Qué se celebra en una empresa familiar?
Las familias empresarias no celebran solo cifras, celebran trayectorias; momentos compartidos; decisiones valientes; también, resiliencias. A lo largo de los años, he visto cómo una buena celebración puede funcionar como bisagra: abrir conversaciones pendientes; cerrar ciclos con gratitud; o motivar a quienes vienen detrás.
Algunos hitos que merecen ser celebrados:
-Aniversarios de la empresa: Son pruebas vivas de permanencia. Especialmente los años “redondos” (10, 25, 50), representan oportunidades únicas para honrar a los fundadores; reconocer a quienes acompañaron el camino; y renovar el compromiso con el futuro.
-Traspasos generacionales: La jubilación del fundador, el traspaso de roles o la incorporación de nuevos líderes son momentos históricos. Celebrarlos ayuda a legitimar el proceso; construir confianza; y marcar un antes y un después.
-Incorporación de nuevos miembros de la familia: El ingreso de un hijo, hija o sobrino a la empresa no puede ser solo un trámite administrativo. Es una oportunidad para transmitir pertenencia y responsabilidad. Una bienvenida bien pensada deja una huella que perdura.
-Firma del Protocolo Familiar: Cuando una familia logra acordar y plasmar sus decisiones en un Protocolo, está marcando un hito que merece celebrarse. Es mucho más que un documento: es un acto de compromiso mutuo.
- Logros personales con impacto colectivo: Un título; un reconocimiento externo; un proyecto relevante. Cuando un miembro de la familia crece y eso enriquece a la empresa, vale la pena reconocerlo.
- Superación de desafíos: Las crisis —económicas, internas, de salud o familiares— ponen a prueba a la empresa y a la familia. Cuando logran atravesarlas, no solo hay que respirar aliviados: hay que celebrar la resiliencia compartida.
- Reconocimiento a quienes no llevan el apellido: Las personas clave que no pertenecen a la familia, pero son parte fundamental de la historia, también merecen su reconocimiento. Celebrar sus aniversarios; sus aportes; sus logros, es ampliar el círculo del “nosotros”.
Cómo celebrar con sentido
No se trata de gastar más, sino de darle sentido. Una celebración, por pequeña que sea, puede ser profundamente transformadora si está bien pensada:
- Contar la historia: Las anécdotas fundacionales; los momentos difíciles; los logros. todo eso construye identidad.
- Involucrar a todas las generaciones: Que los mayores cuenten; que los jóvenes propongan. Cuando todos participan, la celebración se convierte en un acto intergeneracional.
- Fomentar el reconocimiento mutuo: No se trata solo de que el fundador reconozca a los demás. Es clave que cada uno pueda destacar a otros desde su propio lugar.
- Combinar lo formal con lo íntimo: Una cena de gala puede ser inolvidable, pero también una caminata en familia; un brindis frente a la fábrica; o la plantación de un árbol simbólico.
- Crear rituales propios: Un retiro anual; un álbum de hitos; una carta de legado. Son tradiciones que construyen una cultura que trasciende a las personas.
Una invitación abierta
Celebrar no es perder el tiempo, es elegir ver lo construido; reforzar los vínculos; y, sobre todo, abrir espacio para lo que vendrá. Cada familia empresaria tiene motivos para celebrar. El verdadero desafío es animarse a hacerlo con autenticidad y con visión. ¿Qué está lista para celebrar tu familia? Tal vez, al mirar hacia atrás con gratitud, encuentren juntos el impulso para seguir adelante.
Por Leonardo J. Glikin, director de CAPS Consultores – www.caps.com.ar.
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