Las funciones directivas de un emprendedor

Esta tarea es tan importante que se ha llegado a identificar a la dirección con la creación de recursos intangibles.

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Si sos emprendedor o dirigís un emprendimiento, sabrás que la dirección se ocupa de coordinar e integrar el conjunto de factores productivos que configuran la empresa, y muy en especial al equipo que trabaja en ella.

Además de esto, dicho rol debe permitir la generación de nuevos recursos, no sólo tangibles sino también intangibles, por ejemplo, preocuparse por estimular la acumulación de conocimientos por parte de los empleados, de manera que cada vez sean más eficaces y con mayores habilidades; mejorar la dotación tecnológica de la empresa, consolidar su imagen de marca, etc.

Un directivo japonés dijo: ”hemos estado trabajando fuerte en la modernización tanto de lo que es visible como de lo que no lo es. Plantas y maquinaria pueden ser compradas con dinero prestado, pero no pueden comprarse los activos intangibles. Hemos realizado un gran esfuerzo en construir una  organización, desarrollar los recursos humanos, normas, un sistema de contabilidad de costes, por no mencionar la tecnología e imagen de marca” (Nomura Management School)

Dirección, pues, tiene que ver con la asignación, coordinación y movilización de los recursos con los que cuenta cualquier actividad organizada. Así, nos vamos a encontrar con tareas directivas en cualquier lugar de la empresa u organización, aunque tendrán contenidos distintos  y  formas  de funcionamiento también diferentes. Así el encargado de un negocio, el supervisor que está al frente de operarios, el gerente de ventas de una empresa, un capitán de un barco, el presidente de una multinacional, ocupan con distintos grados de responsabilidad y amplitud cargos directivos en las instituciones donde trabajan.

Las funciones clásicas del proceso directivo son:

a) Planificar, que consiste en decidir por anticipado qué se quiere hacer en el futuro y cuáles son los medios que van a arbitrarse para alcanzarlo. Se materializa en planes de muy distinto tipo, desde los que tratan de prefijar la situación futura de la empresa en los próximos años, hasta los que determinan la cantidad exacta de tipos de productos que se van a producir en la próxima semana.

b) Organizar, consiste en diseñar la estructura organizativa, esto es, el patrón más estable de relaciones entre los miembros de la empresa. Su expresión más sencilla pero incompleta es el organigrama.

c) Dirigir, integrando dentro de esta estructura a los individuos que van a trabajar en ella, y conseguir que orienten su comportamiento en la forma adecuada hacia el logro de los objetivos de su organización o unidad. Para ello debe ocuparse del reclutamiento, selección, entrenamiento y asignación de personas a puestos. Ahora  bien, la empresa no puede confiar en que  sus miembros se comporten voluntariamente de la forma adecuada. El diseño de un sistema de recompensas adecuado es un primer paso para tratar de armonizar los intereses de unos y otros; también será necesario influir en el comportamiento de otros, es decir, ejercer el liderazgo.

d) Controlar, con el control se pretende verificar que el comportamiento de la empresa se mantiene dentro de los límites previamente fijados y, en caso contrario, tomar medidas. Es un complemento a la planificación, por cuanto pretende asegurar aquello que nos comprometimos a hacer de antemano se vaya cumpliendo y, en caso de no ser así, que se realicen las correcciones oportunas para hacer que los hechos se adecuen a los planes.

En resumen, mediante el proceso de planificación se fijan los objetivos y medios  para alcanzarlos, información que es imprescindible para diseñar la estructura organizativa capaz de llevarlos a cabo (organización) y seleccionar y motivar al personal adecuado (liderazgo). Por último, el control  verifica el grado de cumplimiento de los planes e identifica a los responsables gracias a su conocimiento de la estructura organizativa.

Las destrezas directiva

El trabajo directivo adopta entonces una amplia gama de facetas y requiere, por tanto, de habilidades y conocimientos de muy diversa índole. En concreto, podemos distinguir tres grandes tipos de destrezas:

1. Técnicas: Los directivos deben poseer conocimientos técnicos, esto es, habilidad para manejar métodos y técnicas específicos de sus áreas de actividad (ej. métodos de programación de la producción, el análisis de inversiones, etc.)

2. Interpersonales: Necesitan también conocimientos humanos, pues el directivo debe dedicar mucho tiempo a interactuar con otras personas,  para motivarlas, para explicarles que se espera de ellas, cómo pueden contribuir a mejorar los resultados de la empresa.

3. Conceptuales: Capacidad para concebir la organización como un todo, así como su relación con el entorno. Así deben ser capaces de analizar un problema complejo, identificar sus elementos más importantes, así como las interacciones que existan entre ellos; necesitan entonces de una visión a largo plazo y con capacidad integradora.

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