Zíngaras, los snacks tucumanos, esperan un 2018 de crecimiento y se mudan a una nueva fábrica

“Estuve 65 años detrás de este mostrador, hicimos esto con tanto esfuerzo, nos casamos con una mano atrás y otra adelante, así construimos esto que ahora los nietos continúan con tanto amor y tantas ganas”, dice María Ángela y se le nublan los ojos, mientras sostiene las manos del cronista que la entrevista.

Ella es más conocida como Doña Cuca, esposa de Emilio Cortez fundador de maní Cortez, la empresa que fue la base de Zíngara, la fábrica de snacks más conocida de la provincia, la que pasó por los paladares de cada tucumano que haya celebrado un cumpleaños en la capital provincial. Ellos dos son la prueba del axioma de que todo se construye mejor en familia.

Hace 37 años, Luis Cortez se plantó frente a su padre con una idea que en principio no fue aceptada por el patriarca, armar una empresa de snacks que abasteciera a toda la provincia, ocupando un nicho de mercado, hasta ese entonces, prácticamente, vacío.

Sebastián es abogado, él recibe a IN Tucumán y nos cuenta la historia de la empresa: está a cargo de la parte de la imagen y de la supervisión del equipo de ventas. Junto a sus hermanos quedaron a cargo de la empresa luego de que Luis, su papá, sufriera un problema de salud.

Federico, su hermano, es contador y, como es obvio, supervisa el equipo contable de la empresa: se encarga de hacer los estudios de costos y los pagos a proveedores. Al igual que sus hermanos, prácticamente dejó la actividad privada para dedicarse de lleno a la compañía que su padre y su abuelo le legaron.

Mariano, el tercero de los hermanos, se encarga de la parte de compras y de la negociación de los precios de los insumos y de las salidas de dinero que pueda llegar a tener el grupo. Además, eventualmente, colabora en la atención y el cobro a minoristas y mayoristas.

Mientras que Rocío, la más chica de la familia Cortez, está “pagando derecho de piso”, como dice jocosamente su hermano Sebastián y trabaja en la parte de administración de la compañía familiar.

Durante el 2017, la empresa experimentó un cambio radical, los hermanos decidieron profesionalizar cada área empresarial y contrataron profesionales que asesoren en materia de producción, nueva maquinaria y mejoraron sus recetas hasta alcanzar un producto de primera categoría.  

El 2018, los espera un cambio fundamental en la vida empresarial, la fábrica abandona la tradicional ubicación de Lamadrid 1600 en el corazón de la Ciudadela, en la zona conocida como “El Abasto” para mudarse a Tafí Viejo, donde seguirán creando las delicias que deleitan a miles de paladares tucumanos.