El acuerdo con el FMI: un paso clave, pero no suficiente

(Por Luis Secco - economista y director de Perspectiv@s Económicas) A pesar de avanzar con la formalización de un acuerdo con el FMI, el Gobierno argentino enfrenta incertidumbres en torno a montos, condiciones y el futuro del régimen cambiario. Aunque el acuerdo brinda aire a la estabilización económica, no resuelve la restricción externa ni garantiza una solución definitiva a las dificultades cambiarias.

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El Gobierno argentino ha avanzado con la formalización de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), utilizando un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) para sortear el trámite legislativo. Sin embargo, este mecanismo no es garantía de estabilidad: la decisión del Congreso sobre su eventual rechazo aún está pendiente. Más allá del aspecto institucional, lo cierto es que el acuerdo por el momento no estaría totalmente cerrado. El DNU publicado en el Boletín Oficial no precisa montos, sino que se limita a enmarcar la negociación en la necesidad de refinanciar los próximos vencimientos de capital y conseguir fondos frescos para fortalecer el balance del Banco Central.

Que el Gobierno haya avanzado en la validación formal del acuerdo antes de que se definan sus términos exactos es un indicio de que las negociaciones con el FMI todavía tienen puntos pendientes de resolución (si el Acuerdo hubiese sido cerrado habría existido alguna señal concreta del FMI al momento de conocerse el DNU). Habría, al menos, cuatro cuestiones en las que podrían persistir diferencias entre el oficialismo y el staff técnico del Fondo:

  • El monto del financiamiento adicional: mientras que el Gobierno aspira a un ingreso significativo de divisas para despejar incertidumbres, el FMI probablemente se incline por desembolsos acotados y escalonados, sujetos a condicionalidades.
  • El destino de esos fondos: el Ejecutivo ha señalado que parte del nuevo financiamiento se destinará a cancelar deuda en dólares del Tesoro con el Banco Central, pero es posible que el Fondo quiera condicionar ese uso a otras necesidades macroeconómicas.
  • Las acciones previas exigidas por el FMI: como en todo acuerdo, el Fondo exigirá reformas o medidas previas antes de habilitar desembolsos. Si bien no hay detalles oficiales, podrían incluir cambios en el régimen cambiario y de los controles de capitales y el envío de algunos proyectos de ley (que el presidente Milei viene mencionando como necesarias para la consolidación del programa).
  • El futuro del régimen cambiario: el gobierno ha reiterado que busca levantar el cepo cambiario y avanzar hacia un esquema más libre, pero aún no está claro qué régimen lo sustituirá ni qué medidas se implementarán para evitar una disrupción en el mercado de cambios.

Más allá de cómo se resuelvan estas discusiones, el acuerdo con el FMI no alcanza por sí sólo para resolver la restricción externa. Puede reforzar la confianza en el programa y darle aire al Gobierno con fondos frescos para sostener la estabilización, pero no modificará el hecho de que las reservas del BCRA seguirán siendo escasas. 

Si bien la economía argentina genera divisas, sus usos, a este nivel del tipo de cambio, excede su disponibilidad. Esto se ha venido reflejando en el deterioro de la cuenta corriente cambiaria del BCRA (negativa desde mediados del año pasado) y en las crecientes dificultades para acumular reservas internacionales. Por lo que el nuevo régimen cambiario y la eventual corrección cambiaria que se produzca al levantar los controles cambiarios debería ser vista como un movimiento de ajuste de la estructura de precios relativos necesaria para sostener la estabilización y evitar expectativas de una crisis del balance de pagos.

La reacción de los mercados (luego afectada por el deterioro del contexto global) fue ilustrativa de lo que decíamos antes respecto de los efectos de un acuerdo que permita contar con dinero fresco en las arcas del BCRA: los acreedores de deuda en dólares celebraron porque interpretaron que el pago de capital de julio (unos US$ 4.000 millones) estaba asegurado. Al mismo tiempo, los tenedores de deuda en pesos recibieron la noticia como una garantía de que, si en algún momento deciden dolarizar sus portafolios, el BCRA tendrá divisas para enfrentar la demanda. Pero los fondos frescos que proveerá el acuerdo difícilmente alcancen para ambas cosas al mismo tiempo.

El acuerdo con el FMI es un paso importante para despejar incertidumbres y evitar disrupciones en el corto plazo. Pero la clave para la sostenibilidad de la estabilización no está en el financiamiento externo, sino en la consolidación de un régimen cambiario creíble, sostenible y consistente con la estabilización. Mientras la política cambiaria siga generando sospechas sobre su viabilidad en el mediano plazo, el riesgo de que la estabilidad se perciba como transitoria seguirá latente.

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