Inflación bajo control, pero la recuperación económica le cuesta despegar

(Por Luis Secco - economista y director de Perspectiv@s Económicas) Aunque el dato de inflación de abril (2,8%) fue mejor de lo esperado y el nuevo régimen cambiario no generó sobresaltos, persisten interrogantes clave: ¿puede una inflación controlada, por sí sola, reactivar los sectores que siguen rezagados?

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El INDEC publicó el dato de inflación minorista de abril: 2.8% el promedio y una inflación núcleo de 3.2%. Esta última acumula un incremento del 12.2% en lo que va del año, contra un 11.6% del promedio. La diferencia se explica por un menor incremento de los precios regulados (10.3%) y de los estacionales (10.0%), que contribuyeron a que el índice no se moviera al ritmo más alto de la inflación núcleo.

El dato de abril es alentador y confirma que los temores que tenía el Gobierno de lo que podría suceder, si se modificaba el régimen cambiario, eran un tanto exagerados. No sólo el nuevo régimen de bandas no implicó una corrección cambiaria significativa, sino que tampoco implicó una aceleración de la inflación. 

Más aún, es probable que la inflación de 3.7% de marzo haya sido el reflejo de que el régimen anterior era percibido como insostenible y que ya no servía como ancla de la desinflación en tanto y en cuanto los precios comenzaban a descontar o anticipar una corrección cambiaria estaba a la vuelta de la esquina.

Es también una excelente noticia para el Gobierno que cree firmemente en que una inflación bajo control es la mejor carta de presentación para que los votantes lo premien en las urnas. Y es probable que tenga razón. Sin embargo, aún persisten interrogantes fundamentales, como:

¿El control de la inflación llevará realmente a un mayor nivel de actividad económica?

Sectores claves como la construcción y el consumo de bienes durables aún no han logrado recuperar los niveles de actividad de 2023. ¿Será que una inflación controlada puede por sí sola reactivar los sectores que aún están rezagados? La respuesta no es tan clara, ya que la inflación no es el único factor que afecta la inversión y el consumo.

Los sectores que compiten con importaciones y las exportaciones también se ven afectados por la apreciación real del peso, que persiste. Esto plantea dudas sobre si la política cambiaria actual será capaz de generar las condiciones adecuadas para un crecimiento sostenido y si el tipo de cambio actual refleja adecuadamente el valor del peso. Recordemos que el levantamiento del cepo fue parcial y que aún subsisten controles importantes sobre la operatoria cambiaria de las empresas.

¿El tipo de cambio actual es el adecuado para sostener esta inflación controlada y permitir una recuperación económica sostenible? ¿O el riesgo de una corrección cambiaria futura podría generar presiones adicionales?

El hecho de que el tipo de cambio esté cerca del piso de la banda no necesariamente significa que el régimen cambiario esté bien equilibrado. Si el tipo de cambio sigue apreciándose y el BCRA no acumula reservas, ¿significa que la política cambiaria está funcionando como se esperaba? O, por el contrario, ¿puede este comportamiento generar expectativas de corrección cambiaria futura, lo que podría presionar sobre los precios y deshacer los avances logrados en materia inflacionaria?

Las reservas del BCRA son un indicador clave para descomprimir el riesgo país y dar credibilidad al régimen cambiario. Sin embargo, el mercado sigue con incertidumbres: ¿Será capaz el Gobierno de acumular reservas? ¿O esta ausencia de reservas y la falta de un tipo de cambio realmente competitivo podrían crear un nuevo ciclo de ajuste en el futuro? 

Argentina necesita recuperar su crédito en dólares y dejar de depender del financiamiento oficial (del FMI y otros organismos internacionales). Y si bien el riesgo país ha vuelto a caer por debajo de los 700 b.p., sigue en niveles altos (unos 100 b.p. superior al mínimo de hace 4 meses) e incompatibles con una salida a tasas razonables al mercado de deuda soberana global.

¿El Gobierno podrá sostener la credibilidad de sus políticas en un escenario electoralmente incierto?

Por último, y no menos importante, está el factor político. Este es un año electoral y la incertidumbre política siempre influye en las expectativas económicas. Si bien el Gobierno ha logrado avances significativos en el ordenamiento fiscal y monetario y en el control de la inflación, subsiste la duda de si será capaz de implementar políticas estructurales que aseguren la estabilidad y el crecimiento a largo plazo. Los recientes reveses legislativos reflejan las dificultades del oficialismo para avanzar con proyectos clave y los resultados electorales que se vayan dando de ahora en más no serán neutros en la percepción del mercado y en la efectividad de las políticas económicas actuales y futuras.

A pesar de los avances logrados en el control de la inflación y la estabilidad cambiaria, el futuro económico de Argentina sigue marcado por incertidumbres estructurales. El tipo de cambio, aunque en un régimen más adecuado que el anterior, aún tiene que mostrar que es el adecuado y que no es un obstáculo para la actividad económica, la generación de un saldo externo positivo y la acumulación de reservas del BCRA.  

Por su parte, la incertidumbre política del año electoral agrega una capa adicional de complejidad. Los fuegos de artificio de la larga campaña que se extenderá hasta octubre y algunos reveses legislativos del oficialismo alimentan las dudas de que los proyectos estructurales necesarios para un crecimiento sostenido terminen siendo postergados indefinidamente. 

En última instancia, la gran pregunta sigue siendo si, en medio de una política económica que ha logrado frenar la inflación, ¿el país podrá avanzar hacia un ciclo de crecimiento económico sostenido? La creación de un entorno propicio para la inversión y el recuperar la confianza de los mercados son los grandes desafíos del oficialismo en un contexto donde, a pesar de los avances, todavía queda un largo trecho por recorrer.

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