Luis Secco analiza los riesgos de esta estrategia, que busca equilibrar la inflación con el fortalecimiento del peso, pero que podría generar desequilibrios en el mediano plazo. Veamos.
Con una inflación de diciembre de 2.7% en general y 3.2% en su núcleo, la desinflación podría ser más lenta de lo previsto. A pesar de no cumplir la meta del Gobierno, el Banco Central decidió reducir la tasa de depreciación del peso del 2% al 1% mensual, lo que refleja confianza en la continuidad del programa económico. Sin embargo, esta estrategia trae consigo riesgos significativos.
La apreciación del peso podría intensificarse sin una caída clara de la inflación, lo que pondría en peligro la competitividad de los sectores productivos y la capacidad de la economía para absorber futuros shocks. La dependencia de flujos de capitales de corto plazo también genera vulnerabilidad ante cambios bruscos en las expectativas de los inversores, lo que podría desestabilizar el programa económico a largo plazo.
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