El ministro Adolfo Rubinstein es un indiscutible militante de la Unión Cívica Radical, estuvo junto a Raúl Alfonsín cuando inició su camino hacia la presidencia y uno de las pocas fotos de su despacho es la él su esposa y el caudillo de la UCR.
Pese a eso, su primer cargo lo ocupó durante la presidencia de un justicialista, fue un funcionario clave de la gestión de Gines González García que arrancó en 2002 con Eduardo Duhalde y terminó en 2007 con Néstor Kirchner, aseguró que “es muchísimo mejor que Lemus, sólido técnicamente y con sensibilidad de sanitarista”.
Sus antecedentes académicos son intachables, recibido con honores en la Facultad de Medicina de la UBA, graduado en la Escuela de Salud Pública en Harvard, fue fundador del Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria en el Hospital Italiano entre 1990 y 2010. Es experto en medicina preventiva, el tronco principal de las políticas públicas en salud del siglo XXI.
En cuanto a su sensibilidad, es discutible la guerra que quiere iniciar contra el azúcar podría costarle el trabajo a más de 10.000 tucumanos que la industria contrata de manera directa y a otros tantos mil puestos de trabajo indirecto que están relacionados con el histórico cultivo tucumano, se trata de un humanista que podría pasar a la historia como una réplica de Juan Carlos Onganía, un presidente de facto que cerró once ingenios y dejó 50 mil tucumanos en la calle.
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