Del antidemocrático fin de las Afjp a la antidemocrática represión en el Congreso

(Por Diego Nofal) Crónica de un saqueo que comenzó hace una década.

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Esta semana, con seguridad, se aprobará la reforma previsional tan mentada por estos días. El Gobierno Nacional le ofreció a los mandatarios provinciales, como moneda de cambio, reducciones impositivas y una compensación en las jubilaciones para que no tengan que soportar los costos políticos de instar a los diputados de cada una de las provincias a votar a favor de la reforma difícil de digerir.

La sesión que cayó el jueves tras una salvaje represión encontró fundidos en un abrazo a kirchneristas, renovadores, pejotistas y trotskistas. Algo que no es raro, si tenemos en cuenta que nada de esto hubiese ocurrido, si hace casi 11 años, cuando tres de esos cuatro grupos estaban amorosamente unidos en el gobierno, hubiesen respetado la voluntad popular.

Claro, han pasado casi 11 años, la memoria argentina es cortoplacista, hasta para la ex presidenta, Cristina Kirchner, que dijo que si algo se hace tras un vallado y seguridad, es porque va “en contra del pueblo”, sin reparar en que ella mandó a enrejar la Casa Rosada en 2008, algo que ni el dictador condenado y ya fallecido, Rafael Videla, se atrevió a hacer. Para los desmemoriados, vamos a hacer una historia muy sintética de como llegamos a este punto.

Durante los años 90, el estado decidió desprenderse de las cajas jubilatorias, algunas pasaron al orbe provincial y otras terminaron en las Afjp (Administradora de Fondos de Jubilaciones y Pensiones), que ofrecían a sus clientes distintas formas de administrar sus aportes y, de paso, fortalecían el sistema financiero.

Para el año 2007, el gasto público había crecido de manera abismal, el Estado se había agrandado a dimensiones nunca antes vistas, además había cargado en el erario, distintos planes sociales. Fue cuando la expresidenta Cristina, recibió una carpeta de Amado Boudou con un proyecto. El exvicepresidente de la Nación, en aquel entonces titular del Anses le proponía a la mandataria permitirles optar a los trabajadores por el régimen privado de las Afjp o el estatal de reparto, con la esperanza de que la caja jubilatoria pudiera sanear las golpeadas arcas del país.

Pese a que se ofrecieron decenas de facilidades para cambiar de un sistema al otro e inclusive se pergeñó la estrategia de la afiliación compulsiva al régimen estatal, para todos los que no optaran explícitamente por una administradora privada de aportes, jamás lograron convencer ni a la mitad de los trabajadores y monotributistas que el Gobierno nacional era quien mejor resguardaría los fondos jubilatorios.

Así se perpetró el primer saqueo de aportes previsionales, el 21 de noviembre del 2008, un mes después de que la entonces presidenta anunciara el proyecto, ya era ley la estatización de las jubilaciones, poco importó entonces la voluntad popular, la libre elección y las protestas. El gobierno se quedó con la caja. La oposición pidió la intangibilidad de los fondos jubilatorios, pero nadie les hizo caso, justificaron el uso de ese dinero diciendo que era una locura tener esos montos parados, aparentemente también era una locura pagar con ese dinero el 82% establecido en la Constitución Nacional.

Desde ahí, el festival del despilfarro lo financiaron los jubilados, las necesarias Asignaciones por Hijo salieron del bolsillo más flaco, los créditos hipotecarios que los bancos no podían dar, salían de la caja jubilatoria, las pérdidas de Aerolíneas Argentinas, que presta un servicio para ricos, se compensaban con el dinero de jubilados pobres, entre otros tantos desvaríos.

Así es como se fundió un sistema que hoy se parece mucho a la estafa piramidal diseñada por Carlo Ponzi. Esta semana se perpetrará un nuevo golpe al bolsillo de los jubilados, a los que con complejas fórmulas se les intenta explicar que a la larga, como si lo que les sobrara a los jubilados fuera tiempo, ganarán más dinero. Para los viejos que trabajaron toda la vida sólo les queda el párrafo de una canción de Carlos Solari que ilustra su actual situación. “Sé de alguien que obliga a su aventura/ a pagar los platos rotos de la gira. /Es el rufián arrepentido de los días, /el único grito que sabía. /Pintan mal las cosas para él, mi viejo./Pintan mal”.

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