Sube el dólar, la desconfianza no afloja y el panorama económico es cada vez más complicado

La nueva suba del dólar dará aún más impulso a la inflación. Y se agravaría la recesión por la demora en acceder a los mercados financieros.

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Otra vez la abrupta suba del dólar evitó que el acuerdo con el FMI comenzara a tener efectos favorables sobre el mercado local. Fue necesario acelerar la venta de divisas tanto del Tesoro como del Banco Central (en total U$S 450 millones) para evitar que el viernes supere los $ 30. El comportamiento del tipo de cambio dejó nuevamente en claro que el Gobierno viene fracasando en la principal tarea que tiene por delante: recuperar la confianza de los inversores. Sin embargo, a esta altura ya nadie tiene demasiado claro qué es lo que se necesita para lograrlo.

Echarle la culpa a la salida de capitales de mercados emergentes no tiene mayor sentido. La caída del peso ya se ubica en el 35% sólo en el primer semestre (consecuencia de una suba del dólar de más del 55%), pero fue más del doble de lo que perdió la otra moneda emergente más golpeada. La lira turca cayó 17% y el real brasileño 14%.

Algo parecido sucedió con el riesgo país, que muestra la dura pérdida del mercado de bonos. Mientras que para la deuda local creció 70% hasta superar el viernes los 600 puntos básicos, en el resto de los mercados emergentes también se sintió el impacto del aumento de tasas en Estados Unidos, pero fue mucho menor. Los incrementos se ubicaron entre el 30% y el 40%. Se encareció así el acceso al financiamiento por la suba de las tasas en Estados Unidos, pero ningún país se quedó sin crédito internacional. Argentina sí.

Aunque el propio presidente Mauricio Macri había anunciado que no había un "Plan B" finalmente lo hubo. Se llegó a un acuerdo con el FMI, incluyendo un paquete de crédito de USD 50.000 millones (excepcional desde todo punto de vista) y se anunció al mismo tiempo el fin del gradualismo, es decir acelerar los tiempos para volver al equilibrio fiscal.

La suba tan fuerte del tipo de cambio, ya rozando los $ 30, debería ayudar a revertir el gran deterioro que sufrió el balance de pagos en el último año. El aumento del rojo comercial, de la salida de divisas por turismo y el pago de intereses de la deuda provocaron un súbito aumento en la necesidad de dólares de la economía para seguir funcionando normalmente. "El déficit anual acumulado al primer trimestre del año llega a casi 34.000 millones de dólares, mientras que un año atrás era solo de 17.000 millones de dólares: un crecimiento muy acelerado", señaló un informe de la consultora Invecq.

El problema es que la suba del dólar en la Argentina trae consecuencias que no tienen otros países: crece la incertidumbre y se acelera la presión sobre la inflación. Antes de la última ronda de devaluación (es decir la semana previa), las consultoras económicas estimaban una inflación no inferior al 28%. Probablemente en las nuevas proyecciones que divulgue el Central la semana que viene ya se ubiquen por encima del 30% para el 2018.

¿Pero cuáles son los principales ejes de la desconfianza por parte de los mercados?. En primer lugar, de qué manera se las arreglará el Gobierno para llevar adelante un fuerte ajuste de las cuentas públicas en medio de la recesión. Era más fácil lograrlo cuando la economía crecía, pero se optó por el gradualismo. Ahora muchos creen que ya es demasiado tarde.

¿Será capaz el Gobierno de dar vuelta esta clima extremadamente negativo? Hoy parece casi imposible, pero tampoco está dicha la última palabra ni mucho menos. Los dólares del FMI ayudarán para hacer frente a los vencimientos de deuda. Pero los mercados no creen que alcance sólo con esa ayuda: el Bonar 2020 rinde ya un 6,35% anual en dólares y el 2024 paga arriba del  7,5% anual, cuando a principios de año apenas llegaba al 5%. Ambos títulos obviamente vencen después de que finalice el actual mandato presidencial.

Será clave que el equipo económico logre en las próximas semanas romper el círculo vicioso luego de un semestre para el olvido. Es la última chance para que Macri pueda enfrentar las elecciones en un clima de reactivación económica. Claro que esa incertidumbre electoral siembra todavía más dudas entre los inversores. Y contra eso no hay nada que se pueda hacer.

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