Con el fin del cepo cambiario, inicia una nueva etapa para la economía argentina, y el mercado inmobiliario aparece como uno de los primeros en reaccionar. Desde este lunes, las operaciones comenzaron a regirse por el dólar oficial dentro de la banda establecida entre $1.000 y $1.400, dejando atrás el dólar MEP como valor de referencia. Esta modificación busca reducir distorsiones, facilitar transacciones y brindar mayor previsibilidad tanto para compradores como para vendedores.
El cambio llega en un contexto ya favorable; por ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires, las operaciones de compraventa crecieron un 94% interanual, y los créditos hipotecarios representaron el 22% del total, multiplicándose más de seis veces en comparación con el año pasado. A esto se suma el crecimiento sostenido de los préstamos ajustables por UVA, que en marzo subieron un 13,2% frente al 10,3% de febrero, según datos privados.
Desde el sector inmobiliario destacan que el nuevo escenario podría acelerar aún más la actividad. Voceros del rubro aseguran que la demanda de propiedades no muestra señales de desaceleración y que, si la economía avanza hacia un esquema bimonetario más estable, se generarán condiciones más favorables tanto para quienes buscan invertir como para quienes acceden a créditos hipotecarios.
El impacto de la inflación en alquileres y créditos
Pese al optimismo, hay una variable que continúa condicionando al sector: la inflación. En marzo, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) marcó una suba del 3,7%, por encima del 2,4% registrado en febrero, lo que elevó la inflación acumulada del primer trimestre al 8,6%.
Esta dinámica tiene consecuencias directas en tres grupos clave: los inquilinos, quienes tienen créditos hipotecarios activos y aquellos que evalúan acceder a uno. La inflación impacta tanto en el valor de las cuotas de los créditos ajustables por UVA como en los alquileres actualizados por IPC o por el Índice de Contratos de Locación (ICL), que combina IPC con salarios formales (RIPTE).
En abril, por ejemplo, los contratos de alquiler firmados bajo la ley de 2020 y ajustados anualmente según el ICL aumentaron un 116,85% en comparación con el año anterior. Esto refleja el efecto de la aceleración inflacionaria, ya que el índice pasó de 10,8% a 23,42%.
¿Conviene tomar un crédito en este contexto?
A pesar del repunte en la oferta de créditos hipotecarios, muchos especialistas recomiendan cautela. Según economistas del sector, es fundamental analizar el momento de ingreso a un crédito UVA. Recomiendan acceder en períodos donde el valor del dólar se encuentre atrasado, las propiedades sean más accesibles y los salarios estén deprimidos, con la expectativa de una recuperación posterior.
También advierten que, en contextos de alta inflación, muchos optan por precancelar el crédito o adelantar cuotas, ya que el UVA ajusta con un retraso de 45 días respecto al IPC. Esta demora puede ofrecer una pequeña ventaja para quienes pueden adelantar pagos, una estrategia conocida como amortización anticipada.
En definitiva, el nuevo marco económico presenta oportunidades concretas para el mercado inmobiliario, pero también exige análisis y planificación cuidadosa. Con un entorno más previsible en términos cambiarios, el verdadero desafío será cómo evolucione la inflación y qué nivel de estabilidad puede alcanzar la economía en los próximos meses.
Por eso, si bien el contexto presenta señales positivas, acceder a un crédito debe ser una decisión meditada, considerando tanto la coyuntura como las perspectivas de ingresos personales.
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