El ajuste se logró principalmente con un fuerte recorte del gasto público, que cayó un 30% en términos reales. Pero con la inflación en baja, ese mecanismo pierde fuerza y obliga a recortes más difíciles en un año electoral.
Además, la recaudación sufre por la caída de la actividad económica, mientras el gasto total, salvo subsidios, empieza a subir nuevamente.
Secco alerta que, sin reformas estructurales, reglas fiscales claras y un presupuesto aprobado, este orden fiscal corre el riesgo de ser apenas una hazaña transitoria.
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