“Las autoridades argentinas y el personal técnico del FMI han alcanzado un entendimiento sobre un Acuerdo Stand-By de 36 meses que asciende a US$ 50.000 millones”, anunciaron, ayer, desde Washington en un comunicado despachado poco antes de las 20. La cifra sorprendió a todos y, ciertamente, a las proyecciones más optimistas del mercado. La sorpresa fue aún mayor cuando, unos minutos después, Hacienda informó que, además, el BID, la CAF y el BM sumaban otros US$ 5.600 millones más. La friolera de US$ 56.500 millones, casi 10% del PIB.
El Gobierno buscó utilizar todo el potencial de su bala de plata para surfear el desierto financiero hasta las elecciones presidenciales y fue por todo. En rigor, esos US$ 56.500 millones, una cifra superior a las reservas del BCRA, exceden las necesidades de financiamiento de 2018 y 2019 y, muy probablemente, reduzcan la posibilidad de un ajuste devaluatorio.
El apuro oficial tuvo que ver con la necesidad de sostener un mercado cambiario, hasta ahora, atado con alambres (promesas, intervenciones de manos amigos y un temible bloque de US$ 5.000 millones del BCRA) con nubarrones varios (y crecientes y cercanos) en el horizonte.
- Gradualismo recargado. El Gobierno va a pisar el acelerador fiscal, y fuerte. El plan, reducir el déficit primario a 1,3% en 2019 y sanear las cuentas en 2020. En 2019, mientras tanto, el target es de 2,7% del PIB (antes eras de 3,2%), tal como había anunciado Nicolás Dujovne hace algunas semanas. En el trienio 2018-2020, el ahorro fiscal acumulado será de 3,1% del PIB. Eso, dijo el ministro de Hacienda, evitará emitir deuda por US$ 20.000 millones.
- Tasas más bajas. Uno de los argumentos de financiarse en el FMI es que presta más barato. ¿Es así? “En línea con las condiciones generales de los acuerdos Stand-By, la devolución de cada desembolso se realizará en ocho cuotas trimestrales, con tres años de gracia. La tasa de interés será variable y dependerá de la evolución de la tasa de interés del derecho especial de giro (DEG). Con los valores actuales de la tasa del DEG, se estima que el costo del préstamo será de 1,96% mientras los desembolsos acumulados no superen el 187,5% de la cuota argentina en el FMI (monto equivalente a aproximadamente US$ 8.480 millones), de 3,96% si los desembolsos acumulados superan ese monto, y 4,96% si el crédito vigente se mantiene por encima de ese monto por más de tres años”, explicaron desde la Casa Rosada. Hoy, la deuda soberana rinde arriba de esos valores.
- “Vamos a desenchufar la maquinita”. Uno de los aspectos más interesantes del acuerdo con el FMI, y prometedores, es el fin del financiamiento monetario del déficit fiscal, es decir, el giro de dinero desde el BCRA (utilidades y adelantos transitorios, básicamente) hacia el Tesoro. Más conocida, en el argot popular, como “la maquinita”. Dijo Federico Sturzenegger, N°1 del BCRA: “La vamos a desenchufar”. “Se enviará al Congreso un proyecto reforma de la Carta Orgánica del BCRA reforzando su autonomía”, anunciaron ayer desde Casa Rosada. “A partir de ese momento, se llevará a cero el financiamiento monetario del BCRA al Tesoro”, agregaron. La última modificación de la Carta Orgánica ocurrió en 2012 y fue, precisamente, en el sentido contrario del que intentará ir la nueva. Luego del aborto, se avecina otro debate áspero
- Un programa innovador. “El programa es innovador ya que protege especialmente a los sectores más vulnerables. En efecto, se incluye explícitamente el monitoreo de indicadores sociales y, por primera vez en la Historia en un programa con el FMI, una salvaguarda que permite incrementar el gasto social si el Gobierno lo considerara necesario. Esto significa que en caso de que la economía no creciera como esperamos, podrán realizarse ampliaciones de gasto focalizadas especialmente en los programas de asignaciones por hijo y embarazo. Nuestro plan también incorpora medidas para promover la equidad de género y estimular la participación de la mujer en el mercado laboral”, indicaron desde Presidencia. El gasto social es intocable, y con razón, para el Gobierno, aún con el gradualismo recargado.
- El dígito, más adelante. Las metas de inflación son 17% para 2019, 13% para 2020 y 9% para 2021. Un bienvenido baño de realidad. “Fuimos muy ambiciosos”, reconoció Sturzenegger, y dijo que no hay meta para 2018. Eso permitirá aflojar la política monetaria y dejar de perseguir una meta incumplible.
- Volver a “flotar”. Desde hoy, el BCRA dejará flotar la moneda libremente. Aunque dejó abierta la puerta a eventuales intervenciones puntuales si hay tendencias no deseadas. “Mañana volvemos a una situación normal de funcionamiento del régimen cambiario”, ratificó el banquero.
- La “bola” de las Lebac. Asimismo, el Tesoro se compromete a un programa de cancelación anticipada de letras intransferibles para que el BCRA pueda, con esos recursos, reducir el stock de Lebac.
- Poco crecimiento. El PIB crecerá muy poco en 20182019 y eso abre una gran duda sobre el impacto electoral que tendrá “la macro” en 2019. Lo admitió Dujovne: el PIB avanzaría 1,4% en 2018 y entre 1% y 2% en 2019.
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