En dos días de trabajo y sin conocerse previamente, cuatro jóvenes estudiantes argentinos de distintas carreras sinergizaron sus talentos para ganar el concurso de aplicaciones que organiza la Agencia Nacional del Aeroespacio estadounidense (NASA) a lo largo del planeta.
Si hay algo que puede suponerse atractivo para un estudiante de ciencias exactas es un “hackatón”. Tuvo lugar uno en Buenos Aires hace pocas semanas, cuando un equipo integrado por tres alumnos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) se hizo del premio mayor en su categoría a nivel global.
“Lemon Py” es el nombre del equipo y está formado por Franco Bellomo, estudiante de Ciencias de la Atmósfera; Octavio Gianatiempo, doctorado en Química Biológica; Cezar Henrique Azevedo, estudiante de Computación en el CBC, y Carlos Augusto Frías, periodista y actor de la Universidad Nacional de Tucumán.
Un hackatón es una experiencia intensa. Este tipo de actividad propone intervenir o desarrollar sistemas con el fin de encontrar soluciones prácticas y originales a problemas concretos en pocas horas de trabajo. Ese hackatón fue una propuesta global de la NASA que tuvo lugar en 187 ciudades de 69 países al mismo tiempo.
Durante las 48 horas que duró la actividad, el campus de la Universidad Nacional de San Martín les dio espacio a los 13 equipos que buscaban el premio mayor. A nivel planetario, los participantes fueron más de 25.000.
Con el equipo multidisciplinario armado, comenzaron a analizar qué posibilidades de desarrollo había si se centraban en el uso de datos libres del Gobierno porteño y dejando adentro de la iniciativa a los espacios verdes.
No tenían muy claro qué información utilizar y cómo asociarla con el aporte de las imágenes satelitales, pero cruzaron datos que parecían relevantes: la apabullante población de plátanos en las calles porteñas y un informe español que describía su capacidad alergénica.
“Cuando calculamos cuántos plátanos había, nos sorprendió, representan casi el 10% de las especies”, explicó Gianatiempo. Y Bellomo agregó, ambos citados por la agencia TSS: “Nosotros nunca pensamos en las alergias como un problema porque no las sufrimos, pero Carlos empezó a buscar información y encontró que un tercio de la población argentina sufre de alergias respiratorias”.
Con ese dato cerró el caso: la aplicación que tenían entre manos podía impactar en una comunidad grande de usuarios y lo refrendaron más tarde.
La propuesta fue plantear una aplicación que muestre la distribución en el tiempo y el espacio de los alérgenos y que surgiera una ruta para que el usuario pueda transitar la ciudad minimizando su exposición al polen, en particular, de los plátanos.
En las pocas horas que tuvieron a disposición desarrollaron un concepto, probaron que funcionaba y abrieron la puerta para convertirlo en una aplicación funcional, bautizada como Pollen Alert.
Listos para buscar información y programar, empezaron a indagar sobre la información del conjunto de datos del Gobierno porteño, imágenes satelitales de la NASA, investigaciones y herramientas que les permitan determinar épocas de floración, distribución de los árboles y dispersión del polen.
Gianatiempo explicó que “con las imágenes de la NASA analizamos los ciclos de floración de los árboles. La idea era predecir en qué momentos y sectores habría más producción de polen, más polen en el aire”.
Bellomo detalló: “Pudimos hacer un análisis de la curva histórica de NDVI, que nos dice qué tan verde está un árbol, y así encontramos los picos de producción de polen de los plátanos”.
El NDVI es la sigla de Índice de Diferencia Normalizada de Vegetación; aplicándola a una foto se obtiene una nueva imagen que permite identificar el estado de las plantas.
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